Es medio día de un domingo que incita a salir a tomar el sol a cualquier lado. Mientras meditaba sobre qué hacer hoy, abrí La Jornada y en encontré este ensayo de Alejandro Michelena sobre la tevé, del cual citaré algunas líneas para ver si se animan a leerlo completo. Destacable crítica.
"...un veedor de telenovelas las consume buscando una forma –vicaria tal vez, pero válida al fin– de emoción estética. El televidente típico (y esto lo hacemos extensivo a las series) busca en la pantalla no una visión simbólica o una analogía con la vida, sino que espera encontrar allí “la vida misma”. Mediante ese devorar intriga tras intriga, incansablemente, la joven aprende modos de actuar y de ser, costumbres y prácticas sociales, y su madre participa de prestado de una existencia ilusoria a la que nunca accederá."
"Si hacemos la prueba de darle a un fanático de los bestsellers una novela de cierta calidad, veremos cómo la rechaza, la encuentra aburrida, y tal vez la deje por la cuarta parte. Lo mismo sucede con el público enviciado por los teleteatros y la tv en general respecto al cine."
"Aunque también puede darse, si se trata de teleadictos muy jóvenes, que de pronto, a través de otros estímulos paralelos, puedan aprovechar la tv como un primer peldaño que luego se dejará de lado, para acceder así a un modo de sintonía con el arte (este es un fenómeno de hoy, donde ya son varias las generaciones que nacieron mirando televisión, y ha dado lugar a una fecunda y nueva sensibilidad –la que tiene que ver con los videos y con internet–, que sólo es madura si el joven televidente logra distanciarse de lo que ve en la pantalla y si lo empieza a relacionar con otros lenguajes)."
"Se podría decir, sí, que tanto folletines como teleteatros colman el remanente de frustración que deja en muchísima gente el complejo modo de vida urbano, con su carga de alienación, injusticia y pérdida de puntos de referencia."
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