miércoles, 3 de diciembre de 2008
Roll out the barrel
Mi experiencia
El equipo del estado de Wisconsin es Green Bay Packers, como ya sabrán algunos. Los "Empacadores" es un equipo muy importante y con mucha historia en los Estados Unidos. Alguien me dijo el otro día que lo peculiar de este equipo es que no tiene un solo dueño, como la mayoría, sino que es el propio pueblo el dueño del equipo, es decir, hay como una cooperativa o algo así que "paga" por mantener al equipo y ser su dueño, por ello es que la gente en Wisconsin le tiene tanto aprecio. Al pensar en esto me puse a pensar que en Veracruz hacemos lo mismo con los Tiburones Rojos, pagamos con nuestros impuestos el sueldo de los pinches jugadores que no pudieron ni siquiera mantenerse en la primera división.
Hay gente que es de Wisconsin y no ha podido ir a un partido en toda su vida, porque dicen que es dificilísimo conseguir boletos. Quién sabe, quizá no han intentado mucho. Pero eso dicen. Personalmente no soy un gran aficionado de este deporte. Si alguna vez vi algunos juegos fue porque no tenía otra cosa qué hacer, porque eran playoffs, o porque estaba con el Palafox, quien me inculcó un ligero fanatismo por los Steelers. Pero estando en este país, mi interés comenzó a crecer, tomándolo como un simple estudio etnográfico.
Una amiga consiguió 4 boletos para el juego del domingo pasado contra Carolina Panthers. 75 dólares era el precio, 16 dólares más caros que el precio original (su tío debía obtener una ganancia por ellos). Alejandro estaba invitado pues también conoce a Kristi, la amiga que los consiguió, así que me insistió para que fuera con ellos. Sonaba bien pero me dolía el codo pagar tanto. Sin embargo era una oportunidad que no se presentaría con tanta facilidad, así que acepté. Ese fin de semana yo andaba en Milwaukee, y ella se ofreció a ir por nosotros hasta allí para regresar a su casa, que está en un pueblito cerca de Green Bay.
Llegó a las 7am por nosotros. Medio dormidos y bien abrigados, nos subimos a su coche y viajamos por casi dos horas, creo, yo me dormí un ratito en el asiento trasero. En su casa nos esperaba Cara, su amiga que también nos acompañaría. Primer paso: agarrar cuanto souvenir u objeto representativo de los Packers tuviéramos a la mano. Kristi nos dio un jersey y demás parafernalia con la que cargamos. Luego los cuatro nos dirigimos a Green Bay. En la carretera pudimos darnos cuenta que 9 de cada 10 coches tenían el mismo destino que nosotros. Todos te ven detrás de su ventanilla y te sonríen en señal de complicidad. También los reconoces porque llevan ropa de color verde con amarillo.
Tailgate
Al llegar cerca del estadio, después de unos minutos enmedio del tránsito, comencé a darme cuenta que no estaba tan lejos de las costumbres de mi país. La gente acá también renta los espacios en sus garages para que la gente se estacione. Vi precios que oscilaban entre los 10 y 20 dólares. Nosotros pagamos 20, pero era en una gasolinera. Teníamos cerca baño, tienda y un lugar cercano al estadio.
Coches estacionados uno tras otro y gente en la parte trasera, con la cajuela abierta y un asador en el piso, asando "chorizos" (brats) y carne para hamburguesas, y con una cerveza en mano, a una temperatura de 2 grados celsius bajo cero, aproximadamente. Eso es el famoso "tailgating" y lo hace la mayoría de las personas que va a un partido de futbol americano. Creo que también se aplica para otros deportes. Nosotros nos bajamos, llevábamos chorizos, pan y los aderezos necesarios. Fuimos por unas cervezas y comenzamos a asar la carne. Kristi llevó 2 tubos de pintura de color amarillo y verde, así que decidimos pintarnos la cara. Sólo porque sé que es algo que no creo volver a hacer en mi vida. También llevamos unas pancartas que decían, divididas en 4 cartulinas, "We came here", "all the way from", "Mexico" y "Legally..." Fueron la sensación, hubo gente que incluso nos tomó fotos.
Kickoff
A las 12 era el partido, y desde las 11:30 nos dirigimos al estadio. Lambeau Field es su nombre y nos tardamos como 20 minutos para poder entrar. Nuestros asientos estaban en casa de la chingada, o como dicen aquí, teníamos "nose bleed seats", debido a la altura en la que se encuentran ubicados. Pero no importaba, quería sentir y ver toda el ambiente de un juego.
En pocas palabras fue una experiencia muy emocionante por diferentes motivos: por sentir la energía de tanta gente gritando al mismo tiempo, por ver cómo el equipo local se levantaba después de ir perdiendo (aunque al final perdieran), y por sentir cómo nevaba en el último cuarto, del mismo modo en que alguna vez vi algún partido de los "Empacadores" en la tele y pensé "qué hueva jugar bajo la nieve". Ahí estaba yo, bajo la nieve y bajo mucha ropa y algo de pintura verde y amarilla, viendo cómo el cielo se ponía cada vez más gris hasta que empecé a sentir cómo comenzaban a caer los primeros copitos de nieve. Al final, un poco decepcionados por la derrota, todos los aficionados, muy en orden, fuimos abandonando el estadio en busca de nuestro auto para salir de ahí.
Con prisa y enmedio de un tránsito peor que el de la mañana, nos dirigimos a la estación de autobús para dejar a Alex a tiempo para que pudiera regresar a Milwaukee. Nosotros no regresaríamos a La Crosse hasta la siguiente mañana, porque una tormenta de nieve nos impediría viajar esa noche.
Retomando...
domingo, 31 de agosto de 2008
Una semana
Ahora son casi las 2 de la mañana y acabas de abrir la tercera cerveza. Natural Ice, 5 dls. el paquete de 12 latas (ayer encontraron Carlos y tú un paquete de 30 en 12 dls.). Lager, 5.9% de alcohol -casi lo de una Casta, pero sin ese delicioso sabor-; no está nada mal. Ratificas el poder de la música, te transporta, te tranquiliza y despierta tantos recuerdos. Ríes porque si tus amigos supieran qué estás escuchando en este momento, quedarías mal. Pero ahora lo disfrutas, no sabes por qué, simplemente te hace compañía. Incluso te mueves al ritmo de la música sentado en la silla. ¿Pero por qué estás escribiendo esto en tu primer fin de semana viviendo en el extranjero? Bueno, no lo sabes. Carlos -Colombia-, Mammen -España- y Annette -Alemania- duermen, no hubo energía ni ganas de salir. Anyway...
Los imprevistos han continuado. Pero ¿para qué relatarlos? Resultaría aburrido (malentendidos con tu cuenta de cheques; insatisfacciones al comprar una cámara fotográfica digital, que afortunadamente pudiste cambiar; intentos fallidos al comprar una laptop que te llevaron, con ese espíritu consumista que empiezas a absorber, a comprar un celular y una tarjeta que quizá no necesitabas con tanta urgencia, etcétera).
(Carlitos, las pedas nos van a salir baratas: voy por la 4a. cervecita y ya me siento pedón. Bueh, tú lo sabes, ese free styling que te echaste antier con tu guitarra me da la razón).
Y bueno, ayer saliste, experimentaste cómo es la vida nocturna en La Crosse. ABURRIDA. Vaya, nada sobresaliente. Primero un bar con suficiente espacio donde tomaste cerveza y viste cómo las mujeres bailaban entre ellas haciendo coreografías ridículas y emocionándose por los éxitos del momento, mientras los hombres hacían pasos ridículos de vez en cuando, o jugaban a los dardos y pool. Enough. Te fuiste a la segunda opción, que esperabas fuera mejor. Nada, quizá lo rescatable fue ver más gente y mejores féminas, que con el paso del tiempo, fueron estando más alegres, pero no te resultó nada interesante. Viste, o intentaste encontrar, algo divertido, pero pronto todo se desvanecía. Quizá necesitabas más alcohol o más familiaridad.
Sí, estoy algo borracho. ¿Es patético tomar solo? No. ¿Y qué se puede hacer si se está enmedio de un pueblo desierto a orillas del Mississippi, sin amigos ni gente que lo conozca a uno bien? Yo no me arrepiento de no haber salido hoy, ¿para qué gastar? Además, queda lejos y ya con lo que caminamos hoy al regresar del mall fue suficiente. Habrá tiempo y habrá conocidos que lo traigan a uno en coche. Por ahora... por ahora decidimos quedarnos. Ellos descansan, yo divago y hago muecas cuando trago el líquido amargo. No, no tengo sueño. Tampoco tengo algún pendiente mañana como para preocuparme de que me estoy desvelando. Ya van a dar las tres y me vale una chingada.
Tiene sus cosas buenas el vivir "solo". Tú eres tu propio lazo. Pero también te das cuenta de que mañana tienes que planchar esa ropa que "lavaste" ayer (la lavó esa máquina que está allá abajo), y que si sigues con esta dieta de comer cosas improvisadas y hechas fácilmente gracias al microondas o al pobre ingenio de un puberto que calienta unas quesadillas en el comal, pronto irás ganando peso y perdiendo salud -y dignidad-. Espera, que la tercera meada te llama. Regresas con un sandwich -la mostaza te trae recuerdos-. y sigues escribiendo mientras piensas que ahorita quizá estarías parado en un carrito de tacos o de jochos. La salsa tabasco que compraste en Wal Mart es lo único que le da sabor a tus comidas. Sabes que normalmente no le echarías tanto picante a tu comida, pero en estos casos esta salsita le quita un poco la insipidez a lo que consumes.
Mhh, masticas, bebes y ríes. Te das cuenta que no eres bueno para cerrar círculos.
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Casi a las 4 de la mañana Mammen salió al baño y te encontró dormido frente a la computadora. Te movió para que te fueras a tu cama. Tiraste la lata de la última cerveza, fuiste de nuevo al baño y regresaste a cerrar la computadora escribiendo, por último, este párrafo.
domingo, 24 de agosto de 2008
Please ring the bell before coming in. Thanks!
No dejo de temblar. ¿Fue el café? ¿Fue el hecho de estar a punto de quedar varado en una ciudad donde no conozco a nadie y que además está a 4 horas de mi destino final?
Un viaje tortuoso. Hasta ahora eso ha sido, simplemente por el hecho de haber perdido cosas. Primero, extravían mi equipaje. Lo mandan, al parecer, a Tijuana. Al darme cuenta de la carencia comienzo a perder el control. El aeropuerto de Chicago, al menos la terminal a la que llegué, no es tan grande como pensaba. Busco a alguna persona que trabaje para la aerolínea en la que viajé, la encuentro pero se muestra poco servicial. Al final, me indica qué procede: levantar algo así como un reporte de extravío de equipaje (no ocupan la palabra "extravío"; no les conviene). Con los nervios a tope por sólo pensar que no recuperaré mi equipaje, comienzo a buscar papeles en la bolsa que llevo al hombro, la cual, por la escasez de espacio, contiene apretadamente unos cuantos libros, mis papeles de viaje y un estuche con CDs. El estuche estorba. Lo debí haber sacado en una de esas veces que buscaba teléfonos o direcciones para que me notificaran del extravío, pero no recuerdo cómo ni dónde desapareció. En él, además de mucha música de mi agrado, llevaba respaldos de la última vez que formateé mi laptop (fotos, textos, videos, etc.).
Rompo, querido lector, la estructura narrativa y hago un comercial de último momento. Nótese el cambio de ánimo en mi pluma, oh atento y amable lector, el cual se debe a haber recibido justo ahora, 12:40pm. en mi camino hacia La Crosse, un tranquilizador mensaje de texto a mi celular de parte de Alejandro diciéndome que mi maleta ya está en La Crosse, que revise mi correo llegando porque consiguió además el teléfono de objetos perdidos del aeropuerto de Chicago, que es mi última esperanza para recuperar mis discos.
¡RESPIROOOOOOHHH!
Salto para atrás en el hilo de la trama. Una frase así, "regresar pa'trás", es la que utilizaba mucho Giovanni (o como lo hayan escrito sus padres boricuas). Giovanni fue, en esos momentos, casi casi el recurso Deus Ex Machina en mi historia, ya que después de salir del aeropuerto para tomar un camión hacia Milwaukee (a donde me reuniría con Alex), encontrábame hartamente preocupado por el extravío de mi maleta y además, por no tener cómo comunicarme con Alex y decirle que mi camión salía a las 3:20, que me esperara 2 horas después. Había intentado hablarle por teléfono de monedas pero no entraba la llamada. Marqué desde mi celular de México, entró (aleluya), pero sólo me dio tiempo de contarle que mi maleta no estaba conmigo, después se cortó la llamada. Al menos él sabía que ya estaba en Chicago. Al salir a la parada del camión, vi a un tipo con facha de latino. Le pregunté en inglés si ahí llegaba el camión hacia Milwaukee. "Sí, me acaba de decir el vato que como en 10 ó 20 minutos llega", dijo. Ok, al menos no es de esos latinos que olvidan el español o se niegan a hablarlo, pensé. Giovanni se llamaba y me prestó su celular para mandarle un mensaje a Alex y decirle la hora de mi llegada. En el camino hacia Milwaukee fue donde me di cuenta del segundo extravío (quizá más valioso), el estuche de discos. Era demasiado tarde, ya no podía regresar a buscarlos.
A partir de ese momento el viaje se volvería doblemente tortuoso. No dejaba de pensar en mi mala suerte, en que todo me estaba saliendo mal, dudando si haber venido había sido lo correcto, etcétera, etcétera. De pronto me di cuenta. Si estaba ahí es porque quería un cambio. Los cambios duelen. No puedo quejarme y llorar sólo porque las cosas se complican. ¿Cuál es el problema? Cosas materiales. Quizá algunas de ellas tengan un GRAN valor sentimental, son irrecuperables, pero... sigo vivo. Puedes salir adelante. Sólo olvídalo. No pienses en ello. Concéntrate en tu nueva experiencia y lucha por estar bien. Si la maleta aparece, llegará a tus manos. Si los discos aparecen, igual. Haz las cosas paso a paso. Lo que esté a tu alcance, más no se puede. Aunque quieras, regresar en el tiempo es imposible.
Me bajé en Milwaukee esa tarde del jueves 21, retrasado como 40 minutos. Hasta ese momento supe el nombre del compañero de viaje, agradecí infinitamente su plática, su ayuda, y valoré su historia. Puertorriqueño radicado casi toda su vida en EEUU, y casado con una mujer de Michoacán, por ello su buen manejo de groserías mexicanas.
Afuera de la estación vi a Calie, quien me llevó a casa de Alex. Un agradecimiento más para ella, pues ni siquiera nos conocemos tanto, pero fue muy amable por recogerme y llevarme con mi amigo. Por fin alguien conocido con quien podría desahogarme. Alex, con quien estuve desde esa tarde hasta esta mañana del sábado, me tranquilizó y comenzó a explicarme a grandes rasgos qué me puede deparar en los próximos nueve meses en el "país de la libertad". Pasé día y medio en Milwaukee, lo cual tal vez contaré en otra entrada. For now, let's live La Crosse.
Post data. Ya recuperé mi maleta. La enviaron hasta el aeropuerto de La Crosse, así que tengo ropa. Los discos, siguen en el limbo.
viernes, 22 de agosto de 2008
Nueva temporada
Al pisar nuevas tierras, se viven nuevas experiencias. No se pierda próximamente la primera vivencia que este insigne redactor sufrió antes de salir del aeropuerto de Chicago, y las que se irán sumando al pasar de los días...
jueves, 29 de mayo de 2008
Corto
Primero hablaré sobre el papel de los medios. Me enteré hace más o menos una semana en el noticiero de televisión que conduce Carlos Loret de Mola en las mañanas. La nota y la entrevista al recién galardonado se centraban en un punto relevante: cómo un muchacho con escasez de recursos y de conocimientos cinematográficos había logrado coronarse en un festival tan prestigiado.
Loret de Mola nos mostraba entre líneas la ironía del asunto: un chico que un par de veces había intentado ingresar a reconocidas escuelas de cine, sin tener éxito, había sido laureado con el premio canónico (al menos en Occidente) del séptimo arte. El conductor casi casi se preguntaba, un poco consternado, cómo podían atreverse las academias mexicanas a desperdiciar tal valor.
Más tarde vería el cortometraje en mi casa, por medio de You Tube. Sinceramente, para cuando terminó el video sólo dije: "Mmm, pues... lindo y ya". Desde el principio me pareció muy predecible el argumento del corto, además de que las tomas eran notablemente de alguien amateur, y las caracterizaciones las sentí exageradas.
Días más tarde, recibiría 2 ó 3 e-mails masivos donde difundían el logro del mexicano. El suceso comenzaba a darme más en qué pensar. ¿Era en realidad la calidad del film lo que provocaba el revuelo o simplemente un sentir patriotero? Al platicar con una amiga acerca de todo eso, noté que yo comenzaba a encontrar más defectos que virtudes, a lo que ella sentenciaría con un "así de mierda habrán estado los demás". ¿Dos mil cortometrajes peores que eso? Pfff... ta cabrón.
En contraste, el día de hoy la noticia cobró más polémica. Resulta que el cortometraje del tamaulipeco era nada más y nada menos que un plagio. Pasarían en el mismo noticiero lo que un cineasta español haría 2 años antes. Un cortometraje casi idéntico, sólo que en éste se nos ahorraría mucho tiempo de martirio, pues tiene sólo una duración de 30 segundos. El papel del periodista ahora era interrogar al "creador" sobre la autenticidad de su obra. Esta vez el entrevistador se mostaba en una posición muy distinta a la de hace una semana. Dejó, al principio, explicarse al ganador de Cannes, quien aseguraría que él nunca había dicho que era una idea original sino más bien una adaptación y, nerviosamente, daría más argumentos ridículos e inocentes. Loret interrumpiría al muchacho y le haría básicamente la pregunta de "...¿Si tú no eres el escritor, como me lo has dicho 4 veces, por qué en los créditos es lo primero que se ve?...". El chico, dando pena ajena, replicaría: "bueno, sí escribí el guión en mi laptop". (...).
Por otro lado, algo que también se debe considerar básico para discutir sobre el tema es el papel del jurado en el Festival de Cannes. ¿Quién tiene más culpa, el presunto plagiador o los que no se dieron cuenta del acto? Según leí, el festival donde participó el realizador español es uno bastante conocido en los medios on line de España. ¿Cómo es posible que no conocieran el trabajo? Además, haciendo una breve investigación en la red, encontré algunos comentarios que expresan que el argumento del mendigo y el publicista ya es un cuento viejo, o sea que el español también habría estado haciendo una adaptación a una historia ya contada. Incluso por ahí me enteré que esta idea la escribió por primera vez Mark Twain, así es que no es nada relevante. Y yo me pregunto, ¿cómo se pudo conmover el jurado de Cannes con este corto? No entiendo todavía. Y sí, ya sé que lo que se premia es la calidad del cortometraje y no la historia original porque para eso hay otras categorías, pero aún así no me cabe. Al final, parece ser que quien saldrá más cagado en todo esto será Alonso Álvarez, el joven "cineasta".
Realmente creo que es más original la noticia en sí, que lo que vimos en el cortometraje premiado. Tal vez me anime y escriba un guión con dicho argumento (ya saben, el chavito clasemediero que se siente cineasta, gana de cagada Cannes, pero su fama le dura poco tiempo pues descubren que hizo un plagio, terminando fundido en el oprobio). En una de esas hasta me invitan a participar a Cannes. Prrt...
miércoles, 12 de marzo de 2008
25 años
Hoy cumplo 25.
Aún recuerdo mi pastel de los Ghostbusters cuando cumplí 4, y cómo año con año toda la familia (materna, principalmente) se reunía para comer pambazos, tamales, gelatina y pastel, además de partir la piñata y formarse para los envueltos. A veces también había regalos. Y ya entrada la noche, la fiesta mutaba en una bohemia donde mi papá y mis tíos se empedaban.
El día de hoy comí solo en mi casa y no sentí feo. Sé que es un día más y ya. A pesar de eso, muchos conocidos me felicitaron vía SMS o messenger, o facebook, o por teléfono. Estos pequeños detalles al transcurrir el día sí te hacen sentir bien, casi todos se acuerdan de ti y te regalan una sonrisa, es chido. Las bondades de la tecnología aparentemente nos regalan esa oportunidad de no perder la memoria y olvidarnos del aniversario de un amigo. Pero será en los días, meses o incluso años siguientes cuando me daré cuenta de cuáles de todas estas felicitaciones fueron las más... ¿sinceras? Bueno, las que más me llegaron.
¿Cómo será cuando cumpla 50? A lo mejor mis hijos me regalen una suscripción a algún periódico en línea, o mi mujer me prepare de cenar algo que sabe que me encanta cómo le queda, o mis amigos me inviten a pasar una noche bohemia juntos, como lo hacemos ahora, o quizá... o quizá nunca lleguen.
martes, 26 de febrero de 2008
Sea Wolf
Leaves in the River es el nombre del primer álbum de Sea Wolf, la banda del hijo de Susan, una ex-alumna mía de español, y vale mucho la pena escucharlo.
A Susan la conocí gracias a Ann, otra alumna canadiense. A ambas les di clases "particulares" de español en mis ratos libres aquí mismo, en mi trabajo de la Escuela para Extranjeros. Una hora dos días por semana, era poco, pero no podía ofrecerles más para no arriesgarme a que me llamaran la atención en mi chamba. Las dos son mujeres mayores y por lo mismo nos la pasábamos más tiempo platicando de otras cosas, que aprendiendo gramática, aunque eso preferían, así les gustaba el ritmo de la clase.
Después de aproximadamente dos meses que Susan estuvo aquí, el último día de clases hablábamos sobre música, o sobre la familia o sobre noséqué, y ella me comentó que su hijo tenía una banda. Me vino a la mente un puberto lleno de acné tocando en el garage de su casa, diciéndole a sus padres que su futuro estaba en la música para que éstos no se preocuparan del porqué no entró al college. Le hice una o dos preguntas de rutina -¿y qué instumento toca?, cómo se llama la banda?-, y luego ella me diría con su español machucado"Oh, él estar on tour y próximou fin semana está en Sundance Festival-. Ah cabrón, ¿escuché bien?, me dije. "¿Sundance, eh? ¿El festival en Utah?". "Exactly!", she said. ¡Utah madre! No han de ser tan pendejos, entonces. Y así comencé a preguntar más sobre la banda, ella sólo me adelantó que en la producción de su disco había estado Phil Ek (¿uhm?, luego de investigar sabría que él produjo también discos de Modest Mouse, The shins y Built to Spill, entre otros). Cuando se despidió, Susan prometió llevarme al día siguiente, antes de partir a La orduña a pasar sus últimos días en México, el disco de Sea Wolf.
Llegó puntual y yo había olvidado comprarle algún recuerdito de Xalapa. Lo único que se me ocurrió fue grabarle 3 discos de son jarocho y mariachis que tenía en la computadora, pero tampoco tenía discos vírgenes. Le pregunté que si llevaba consigo una memoria USB, y dijo que no, entonces hice la bajeza más grande de los tacaños, la mandé a comprar una memoria "baratita", a una cuadra de la escuela, ¡je! ñ_ñ. Regresó y le copié los archivos en mp3. Ella en cambio me dio el disco original de la banda de su hijo.
Escuché el disco completo por primera vez en la sala de mi casa, mientras iba leyendo la letra de las canciones. La música y la voz me parecieron agradables, pero sabía que mi juicio estaba siendo menos subjetivo por haber recibido el disco de regalo y por tratarse de un familiar de una conocida. Sin embargo, conforme fui escuchándolo más, me di cuenta de que me había topado con un excelente material, con un grupo que tiene mucho que dar. En algunas canciones como "You're a Wolf", "Black Dirt" o "The Cold, The Dark and the Silence" se nota mucho el estilo de indie rock que se está escuchando ahora, principalmente en las guitarras con rasgueos sencillos y repetitivos, otras canciones tienen más a lo acústico, y en general creo que es un disco de música linda que entra fácilmente. Vale la pena tener en la mira a estos chicos pues posiblemente puedan ir mejorando y dándonos una buena sorpresa. Espero seguir en contacto con su mamá para que cuando tengan un concierto, me consiga un backstage pass =).
Actualización (28/02):
No dije que el chavo se llama Alex Brown Church, que canta y escribe las canciones y que se ve así. Su myspace y uno que otro videíllo.
viernes, 15 de febrero de 2008
Fue por eso
miércoles, 23 de enero de 2008
Marcianos
martes, 22 de enero de 2008
Una coincidencia
Con certeza recuerdo que me ha sucedido al leer a G. A. Bécquer, a E. A. Poe, a G. G. Márquez, a J. W. Goethe, y a otros más a los que no podría citar con total convencimiento. Por presentárseme en más de una ocasión es que me ha llama la atención, aunque hasta ahora es que me atrevo a hablar de ello.
Mis hábitos de lectura siempre han sido principalmente callejeros, o mejor dicho, automovilísticos (más precisamente, en camiones del transporte público). No pienso buscar ahora una razón del porqué he leído gran parte de lo que he leído en los asientos de un servicio urbano, pero así sucede. Además, regularmente cuando deambulo, desde que estudiaba en la secundaria solía transportarme acompañado de música (en aquel entonces un walkman, porseriormente un reproductor de discos compactos siempre iba guardado en mi mochila, y más recientemente el inseparable iPod).
Aunque la coincidencia de la que quiero hablar no se trata de eso, son dichos factores los que se han visto mezclados de una manera bastante singular para llamar así mi atención.
Para explicarme más claramente, pondré como ejemplo lo que acaba de sucederme hace unos minutos, lo cual propició que escribiera esto.
Leía, desde hace unas cinco o seis semanas, un libro escrito por Hazel Rowley llamado Sartre y Beauvoir, el cual me regaló amablemente una alumna canadiense de español quien, dicho sea de paso, se dedica a escribir. Desde que leí el prólogo me atrapó, quizá por el morbo de leer la vida privada de ambos personajes. Ese morbo fue creciendo página con página; me fui enterando de cómo estos grandes franceses fueron abriéndose el camino en el mundo intelectual del siglo XX, siempre juntos, siempre sinceros, siempre comprometidos entre sí, aunque compartieran su vida y su cuerpo con otras "parejas contingentes", como ellos mismos solían llamarlas. De esta manera la lectura fue fluyendo, sólo las vacaciones decembrinas truncaron brevemente ese devenir, no obstante en los días recientes me interné de nuevo en la vida de estos escritores tanto que hace unos momentos le di fin a las más de quinientas páginas que se llevó Rowley para hablar de la vida de ambos, pero sobre todo de su peculiar relación.
Sigo sin contar en qué consiste la coincidencia. Gracias al que no ha sucumbido a mi cantinflesca escritura. Eccola: faltándome unas treinta páginas para terminarlo, ya estaba yo en mi trabajo, no había nadie alrededor y comencé a poner música al azar. Pasaban las hojas y yo notaba cierto paralelismo entre los ritmos de las melodías y el ambiente que recreaba la biógrafa, como si se tratara de un fortuito soundtrack de lo que estaba leyendo. Al final, cuando se hablaba de las muertes de ambos personajes, dos canciones de Alaska in Winter (un grupo que pocas veces escucho, pero que ahora ha crecido mi interés en ellos), enmarcaron el final de la lectura con canciones tan tristes como si fueran un réquiem. Lo más sorprendente no fue que la música encajara sino que mis ojos llegaron al punto final justamente al mismo tiempo en que las ondas sonoras dejaban de percibirse.
Esa misma sincronía se presentó con los autores que cité al principio, con otras canciones obviamente, pero siempre dejaron un sabor muy agradable por enriquecer ese momento. Tengo muy marcadas las experiencias donde se mezclaron Poe y The cure, o Bécquer y los Smashing. ¡Ah! Y acabo de recordar que el Rojo y negro de Stendhal también corrió la misma suerte, aunque no recuerdo qué música escuchaba en ese momento. Cabe aclarar que no necesariamente los finales de los libros sucedían en los camiones, esos sí, la mayor parte de las veces, se han dado en mi cuarto o un lugar tranquilo donde pueda despedir, con más intimidad, a los personajes y a su historia.