jueves, 5 de julio de 2007

Zeitgeist / El ritual de los discos

Oficialmente, dentro de 2 días (el enigmático sietedelsietedelsiete), sale a la venta el nuevo álbum de los otrora-extintos/ahora-reunidos The Smashing Pumpkins (hacer reverencia). Zeitgeist es el nombre y 12 son los cortes que incluye el elepé. Yo me declaro fan del grupo desde que tenía como 13 años, en tiempos del grandioso Mellon Collie and the Infinite Sadness, y a partir de entonces he tratado de seguirlos de cerca, en las buenas y en las malas, porque debo admitir que sus últimos álbumes no fueron de mi total agrado, creo que no han logrado superar las alturas que alcanzaron con el citado Mellon Collie...

También por aquellos años comencé una "colección" de discos compactos (aunque nunca me he considerado coleccionista de nada). Mi primer álbum fue el Antichrist Superstar, del reverendo M. Manson. Así comenzó el ritual de los discos originales. Juntaba mis ahorros y esperaba las temporadas de ofertas (Julio Regalado era mi salvador) para comprar discos de grupos de rock (principalmente) que sonaban entonces. Manson, NIN, Pearl Jam, The Smashing Pumpkins, Soundgarden, fueron mis primeras adquisiciones. Trataba de conseguirlos importados porque a veces incluían más cositas como bonus tracks o los libritos más chidos (según yo). Una vez comprados, el ritual que seguía era más o menos así:

Llegaba a mi casa, me encerraba en mi recámara y me sentaba en la cama con la bolsa de discos a un lado. Sacaba los cds y escogía primero el menos interesante -lo mejor siempre al final, siempre-. Con ayuda, a veces, de mis dientes, jalaba una esquinita del plástico que envolvía a la cajita y cuidadosamente la sacaba, tocando únicamente el marco del disco, sin poner un dedo en la portada o contraportada, para no dejar huellas. Tres dedos -el pulgar, el medio y el meñique- de ambas manos, eran necesarios para, con un poco de presión, abrir la caja. Lo primero que hacía al abrirla era acercarla para olfatear el aroma del papel impreso y del material con el que están hechos los cds. Luego, con cuidado, presionaba la parte que sujeta al disco y con la otra mano lo extraía, para ponerlo cuidadosamente en el reproductor de discos compactos. Una vez leído el contenido, presionaba play, al mismo tiempo que deslizaba con delicadeza el librito para poder ver detenidamente el arte, las letras e incluso los agradecimientos que el grupo en cuestión hacía. Cantaba algunas canciones y buscaba el significado de palabras desconocidas, saltaba de una canción a otra para tener un panorama general del álbum, seguía oliendo el librito (esto era básico), trataba de encontrar detalles en el arte o identificarme con la letra de alguna canción. Y luego, el disco que seguía...

Con el paso del tiempo y el auge de la piratería y la descarga gratis de música desde internet, todo esto ha dejado de seguir siendo como era. El último disco original que compré fue el de Jarvis Cocker, el cantante de Pulp, hace un mes aproximadamente. El ritual varió un poco. Ahora abrí el disco con menos cuidado, lo inserté en la laptop, vi el librito rápido, no escuché con atención las canciones... lo que no cambió fue la olfateada. No lo he vuelto a escuchar desde entonces.

Hace unos días encontré en la página donde descargo discos completos el Zeitgeist, pero no quise bajarlo porque he tratado de conservar esa costumbre siquiera con los grupos que me gustan mucho. Pretendía esperarme hasta el 777, pero... ayer me ganó la curiosidad y lo descargué. Hasta ahora lo he escuchado un par de veces y suena bien: la batería de Chamberlain es inconfundible, las guitarras de Corgan potentes, así como su voz. Quizás algunas canciones se notan un poco como en el estilo de sus últimos discos, pero otras sí tratan de regresar a esas melodías pesadas de antaño. Creo que con las escuchadas lo digeriré más y garantizo que es un muy buen álbum. El hecho de que lo traiga en mi ipod no me impedirá comprarlo A.S.A.P. ¡Salud, por el regreso de TSP!

2 comentarios:

Armandís de Mina dijo...

Salucita. Así me pasó con Regina Spektor, ya había bajado todo lo que pude de ella cuando se me metió la idea de comprar su último elepé original.

Carísimo, de importación, la edición especial de dos discos de Begin to hope es una de las joyas de mi limitada audioteca.

Lo de oler lo nuevo es uno de mis rituales favoritos, y aunque ya casi no compre discos originales, sí compro libros y películas.

¿Nunca acariciaste el lomo de un libro nuevo? Ah, recorrer el dedo suavemente por sus páginas, sopesarlo, admirar la calidad del papel, leer párrafos sueltos, qué rico.

Nunca compraré un libro pirata. La música de internet, je je je, es otra cosa.

Don Polo dijo...

¡Claro! Aunque con los libros disfruto más el olor a viejo =)