Manifest 2007. Mi primer festival de rock
I. Rocktubre o de cómo me enteré del festival.
El mes de octubre fue uno plagado de conciertos en nuestro país (mejor dicho, en el DF). Varias bandas de calidad visitaron tierras aztecas y entre tanta música antojable yo tenía que asistir a alguna presentación. Primeramente fueron los Killers mis elegidos: vendrían a presentarse en el Motorokr junto a Incubus, Austin TV, Volovan y otras banditas locales. Ya estaba pensando cómo hacerle, pues sería un festival largo, todo un viernes, lo cual me haría faltar al trabajo, aunque no me importaba correr el riesgo. Cuando se lo platiqué a algunos amigos, Cheto me dijo que también había escuchado el rumor de que vendría Interpol. "Aaah... (carita pensativa)" fue mi respuesta. Lo verifiqué en la red, "Interpol en México" ingresé en el espacio de búsqueda y encontré un tal Manifest 2007. Una página bien hecha, con colores contrastantes donde me enteré que vendrían varias bandas justo ocho días después del dichoso Motorokr, es decir, un sábado, lo cual se acomodaba más con mis horarios, aunque sobra decir que lo que más me llamó la atención fue que Interpol se presentaba. Además, iba a ser al aire libre, un festival como esos que había visto tantas veces en la tele, que abarcaba varias horas. Me latía la idea.
II. Preparativos o "chingue su madre, vamos, a ver qué sale"
Comencé a convocar a la flota, para sentirme más seguro, además, siempre hemos dicho que sería chido ir a un concierto todos, pero a la mera hora... pues ya sabemos. Empezamos a echar números:
a) $590 del boleto más comisión de ticketmaster ----> 700 varos;
b) $450 de camión, redondeándole unos ------------> 500 varos;
c) $300 de comida y bebida ------------------------> 300 varos;
d) $200, el souvenir, la playerilla, la taza, llévelo ---> 200 varos;
E) $300, por aquello del no te atores, --------------> 300 varos;
--------------------------------------GRAN TOTAL 2mil varos.
A dos mil tenía que ascender el ahorro, y desde ahí muchos ya le pensábamos, pero hicimos el esfuerzo y al final, por diferentes causas (no sólo pecuniarias) terminaríamos apuntándonos como seguros el buen Cheto (una vez más :-s jeje n_n) y su servilleta. Bueno, pero ¿de qué se trataba todo esto?
III. Alineación o a qué hora tendremos tiempo para comer, mear o echarnos en el pasto
Ahora teníamos que decidir a qué bandas veríamos, y para eso primero teníamos que conocerlas. Los horarios nos permitían ver casi a todas. Comencé a hacer mi búsqueda tanto en myspace como en las mismas páginas de las bandas, o bien bajando el disco de donde se dejara. Así conocí a The Horrors, The Whitest Boy Alive, The Rapture (ya lo conocía pero lo escuché un poco más), Teddy Bears, Yo la tengo, y ya, las demás me valían.
IV. El concierto o ya me castré de hacerle a la mamada, mejor me voy al meollo del asunto
Resumo cómo llegamos a la Alameda Santa Fe, sede del manifest: viajamos en ADO la madrugada del 27 de octubre. Llegamos al DF, desayunamos por ahí, rolamos por Reforma, llegamos al Auditorio, un camión nos llevó hasta el recinto, nos formamos por una larga hora viendo puro mocoso uniformado de indie rocker o whatever, no me dejaron meter unos doritos nachos :-( , nos acomodamos en una lomita disfrutando de una chela y un tabaco antes de que dieran las 2, hora del inicio del festival.
La primera banda (The Seamus) nos la perdimos porque nos equivocamos de escenario, ¡ja! Nada de qué arrepentirse, creo. Luego encontramos a Los Concorde, irrelevantes. Luego Chikita Violenta, aguantamos dos rolas, y regresamos por más chelas y a ver a los Whitest Boy Alive, la primera sorpresa del día. Había escuchado su disco unas tres veces antes de verlos, y pude identificar algunas canciones, me gustaron mucho cómo se acoplaron, a pesar de que el sonido no fue de lo mejor (poca madre), la voz de Erlend Oye, los teclados, el bajo, la bataca, todo muy chidito. Prendieron. Después de verlos a ellos supuestamente nos daríamos tiempo para comer y demás, pues tocarían en un escenario Jumbo y en otro Titán, y pues como que no era la intención.
Regresamos al escenario rojo a ver a Yo la tengo, sin embargo llegamos enojados por no haber podido comprar ni comida ni bebida por la pésima organización. Era como estar en una kermese, comprando primero los boletitos y luego yéndolos a cambiar. Por ello, y porque el frío comenzaba a arreciar, quizá fue que no disfruté en absoluto a Yo la tengo, a pesar de tener tan buenas referencias de ellos. Simplemente no se dio el clic. Preferí ir a hacer cola para comprar unas chelas (que no había), durante una hora, escuchando la hilarante plática de dos pubertos pachecos, cito: "no maaames, anda suelto el duendeciiiiiiiillo jajajaja" (comentario después de que un olor a marihuana fue percibido en las cercanías del stand). Cuando comenzaba a dejar de sentir las manos por el frío, llegaron las gracielas. Tanto pedo pa dos pinches chelas, porque la nena del Cheto me había mandado un mensaje diciendo "si estás en las chelas, no me traigas porque hace un chingo de frío". Eso me pasa por ir con putos jajaja. Ya cuando regresé a buscarlo iba a comenzar a tocar The Rapture.
Nos colamos entre la multitud y le di la bebida a pesar de que no quería. Le eché el coco-wash de que con eso se le quitaría el frío porque su cuerpo se templaría y la mamada, y funcionó. Pero seguíamos sin comer desde la mañana, pero ya nos habíamos resignado. Antes de que saliera The Rapture veíamos en las pantallas gigantes a los Teddy Bears desde el otro escenario. Pensé que hubiera sido chido verlos, pero pues ya estábamos ahí. Aparecieron y comenzó el desmadre. Una hora brincos, buen ritmo y mucho ambiente, pues los dos que cantan en The Rapture nos pusieron a movernos, a olvidarnos del frío. Preferí su música en vivo que cuando los había escuchado en iPod. Como a las 9 acabó y ahora teníamos que esperar media hora para que Interpol llegara. Mucha flota había evacuado ese lugar para ir a ver a The Horrors al otro escenario, pero nosotros ya no quisimos movernos de ahí (ahora creemos que la cagamos). Yo me escabullí al baño y de regreso encontré a un señor-oasis que vendía mini pizzas. Compré un par y ya así por fin comimos algo.
Anunciaron a Interpol. Ya no estábamos en el mismo lugar porque entre tanta gente nos habían empujado un poco a la izquierda y ya no teníamos una vista tan buena. Además, me tocó estar detrás de una garrocha, tons me tuve que acostumbrar a asomarme. El dolor en la espalda comenzó a matarme. La música era fenomenal, pero el dolor, el frío, la gente empujando, los babosos que van a cantar en lugar de escuchar (imbéciles, canten en el baño o en su coche. Bueno, yo también canté a ratitos jaja), y la parsimonía de la banda, como que no lograron hacerme olvidar que estaba incómodo. Interpol interpreta magistralmente su música, sin embargo tienen esa pose de hueva que hace ver a un contrabajista de cualquier orquesta filarmónica más prendido. Cuando llegó el encore, nos moveríamos hacia otro lugar, más alejado y cómodo, donde debimos haber visto todo el concierto pues se escuchaba mejor y podías sentarte o buscar un lugar más agradable. Finalizó a las 11 y salimos. Teníamos que regresar esa misma noche pues no teníamos a dónde quedarnos.
Souvenir pequeño. Viaje en camión de regreso al auditorio. Metro a Tacubaya. Metro a San Lázaro: unavailable. Par de desconocidos que iban a la TAPO. Taxi a la TAPO con los desconocidos. Carrera para llegar antes de que se fuera el último ADO de la noche. Arribo a los andenes como de película. Descanso de nuestra espalda. Cambio de horario. Viaje de 4 horas (3 con el nuevo horario). Camita, dulce camita. Misión cumplida.